domingo, 17 de septiembre de 2017


Pecado

Hola, escribió él al finalizar la tarde. Pasé por aquí a saludarte. Te estaba pensando. El silencio que sobrevino fue corto. Me gusta que me pienses, contestó ella desde el otro lado del mundo, que era su misma ciudad. Sus ojos agatunados se adueñaron, una vez más, de su imaginación. No pensarte sería un pecado, contestó él. Me gusta pecar, agregó, pero no en esto. El silencio, ahora, fue largo.

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